LA MORDAZA O EL BARBERO DE HIERRO

Instrumento de tortura que consistía en sofocar los gritos de los condenados para que no estorbaran la conversación de los verdugos. A menudo se aplicaba a los condenados a la hoguera y sobre todo durante los actos de fe, porque sino los gritos interferirían con la música sacra.

Aparte de silenciar los gemidos de dolor, la mordaza contenia un agujero el cual permitía el paso del aire, pero el verdugo lo podía tapar con la punta del dedo y provocar la asfixia.
En la actualidad; existe una gran mordaza de hierro que nos oprime quitandonos la libertad de expresarnos. Esta mordaza esta conformada por la sociedad, la iglesia, los tabús, la corrupción y demás.

Este blog lo que busca es eliminar toda la xenofobia y demás males antes mencionados, para poder compartir con personas de todo el mundo, que sean amantes de temas como música, literatura, cultura, cine, leyendas, mitos, etc.
Si eres una persona que gusta de estos temas y no estas sumido aún en lo vacío y vano de esta materialista sociedad, se bienvenido a la "Mordaza De Hierro", y abre tu mente para que no te conviertas en una marioneta más. Se capaz de romper con todos los estandares y crea tus propios criterios sin importar lo que opinen los demás.


martes, 30 de junio de 2009

LEYENDAS INDIGENAS DE C.R.


Costa Rica tiene dentro de su tradición, una gran cantidad de cuentos, mitos y leyendas, que han pasado de generación en generación. Son conversaciones de misterio, de mucha imaginación, leyendas de muertos, aparecidos y milagros de personajes reales o inventados que la gente de antaño recreó en situaciones extraordinarias, ya sea para dejar una enseñanza o para exagerar la realidad.
Algunas son muy conocidas como: La carreta sin bueyes, el Cadejos, el padre sin cabeza, la Cegua, la Tulevieja, la llorona, Rincón de la vieja, etc. Pero existen otras que resaltan las creencias indígenas y no son tan conocidas como las que viene a continuación:





Los Muerras
Los Muerras eran gigantes que bajaban por la serranía de Tilarán, o por el Río Frío procedentes del Lago de Nicaragua. Según la leyenda, los Muerras mataban a los hombres y se llevaban a las mujeres y a los chiquillos. Una hermosísima indígena, pudo escaparse de la isla sagrada y contó que la tenían en un heptágono en cuyos lados hay siete figuras de diferentes ídolos a los cuales les ponen el corazón de humanos sacrificados, entre las garras de sus dientes. Para llegar a ese altar hay que subir más de mil gradas, por las cuales arrastraban de los pies a las víctimas, que con los repetidos golpes en la cabeza bañaban con su sangre la escalinata. Una noche, se echó a nado desde la isla, y siguiendo al Sur, por la costa del Lago, llegó a Upala, en donde por casualidad estaba su novio alistando guerreros para pelear con los Muerras. Pero que después de cinco lunas de terrible desesperación, como estaba idiotizada por las supercherías de los Nahuatis y por los sacrificios humanos que le ofrecían al adorarla, no pudo resistir y murió. Desesperado el indio, no enterró el cuerpo de su amada, sino que lo echó atado con una piedra al río Zapote por la noche. Aún hoy, al magnífico espejo líquido, la india se le apareció dentro del agua y con ademanes le decía: vete a dormir tranquilo, y cuando despiertes encontrarás unas plumas a tu lado, póntelas en tu cabellera y te sentirás fuerte como los Muerras. Para probarte eso, coge después los carrizos de la orilla del río y verás que cuantos cogieres se harán en tus manos mazos y hachas, arcos y flechas, con los cuales y con tu misma gente matarás a los Muerras en su próximo viaje. 


La Fuente Del Sacrificio
Trata sobre el descubrimiento del cuerpo de una joven producto de un terraplén. Cuenta la hitoria, que un padre indígena sorprendió a su hija con un soldado español. Enardecido por la ira, de un flechazo mató al arcabucero, al verlo entretenido deleitándose en acariciar los senos de la indígena, y que a continuación, para limpiar la impureza, procedió a rebanar a aquellas partes de la belleza aborigen. Notada la ausencia del soldado aventurero en la expedición, Vázquez de Coronado ordenó la búsqueda encontrándoselo muerto con una flecha en la espalda. 
Hechas las averiguaciones, y convicto de asesinato el indígena, que no negó los cargos, fue condenado a morir a garrote. La joven, arrepentida y mordida por la pena de sentirse causante de tan gran tragedia, después de esconderse varios días, retornó al sitio y se dejó morir. Desde entonces se llamó ese sitio como la Fuente del Sacrificio. 



Leyenda de Iztarú
Trata sobre la división de poder entre el cacique Coo (Norte) y el cacique Guarco (Sur). Coo fue derrotado y murió, dejando en mando a Aquitaba. Cuando este vio que iba a ser derrotado por Guarco, tomó a su hija "Iztarú", la llevó al monte más alto de la parte norte de la región y la sacrificó a los dioses, implorando la ayuda para la guerra. 
Estando en una dura batalla con Guarco, Aquitaba imploró la ayuda de "Iztarú" sacrificada; del monte más alto salió fuego, ceniza, piedra y cayeron sobre los guerreros de Guarco que huyeron. Del costado del monte salió un riachuelo que se convirtió en agua caliente destruyendo los palenques de Guarco. 
Una maldición cundió y se decía que los habitantes de Guarco trabajarían la tierra, haciendo con ella su propio techo (teja); el pueblo se llamó luego Tejar de Cartago, la región Norte Cot, y el monte alto volcán Irazú.



Creación de los Sikuas (gente blanca)
Relato de la tradición de los indígenas Bribris.
Sibo hizo la tierra del cuerpo de Iriria, Iriria era una niña gordísima que no podía caminar. Sibo pensó “quiero crear seres vivos, pero estos no van a poder vivir porque sólo hay piedras”, entonces decidió ir a visitar a la familia danta; para convencerlos le dijo a Naítmi, madre de Iriria, -voy a hacer una gran ceremonia y te vengo a invitar pero necesito que lleves a la niña, le haré curaciones para que pueda caminar-. Aunque no fue fácil convencerla, pero al fin aceptó. Cuando Iriria cayó al suelo y murió su madre y su abuela lloraron mucho y estaban muy enojadas con Dios y le decían: -eres un mentiroso, nos engañaste, por eso nosotros no queríamos venir-, pero Sibo las consolaba diciéndoles –Iriria no está muerta, ella está viva y les prometo que va a caminar en muchas personas que van a nacer de ella-. Pero la madre y la abuela no creyeron y se fueron muy tristes. Pero Sibo tenía que cumplir con la promesa que les había ofrecido. Por eso formó del cuerpo de Iriria a las personas blancas. De igual manera sucedió con Mulurtmi, la mar, que después de muerta de su estómago brotó un árbol, pero a Sibo no le gustó este árbol, porque crecía y crecía y le estaba destruyendo la casa, por esta razón lo mandó a cortar, cuando cortaron el árbol sus flores flotaron en el mar y de estas flores nacieron personas blancas, sikuas. Para darles sabiduría, Sibo les dio la inteligencia de un ser espiritual de nombre Ple Akekol, tiene figura de hombre y también de hormiga. Este ser caminó por primera vez sobre la tierra recién hecha y del polvo que caía de sus pies nacieron las hormigas zompopas. Estas hormigas rápidamente empezaron a cortar las hojas de los árboles, a construir sus nidos, a hacer caminos y dejar el lugar en donde viven bien limpio, a veces su carga es más grande que su cuerpo, siempre están trabajando sin descansar. Por eso los sikuas limpian todo y eliminan la vegetación donde quiera que trabajan.


El Rey de los Tapires
Igual que los cerdos de monte y los venados, los tapires tienen también su rey. Una vez dos indios fueron a cazar al bosque, llevando cada uno su arco y sus flechas. Se encontraron con un tapir blanco y trataron de matarlo, pero no tuvieron éxito. Ambos echaron a correr detrás del animal, pero perdieron sus huellas, y uno de los indios desapareció sin que se supiera cómo. El otro lo buscó por todas partes pero no lo encontró. Entonces volvió a su casa y preguntó por su compañero, y como no había regresado, todos pensaron que había caído en una trampa y había perdido la vida. Pero el desaparecido corrió y corrió detrás del tapir hasta que lo perdió de vista; entonces se paró para descansar. Pronto sus oídos percibieron el canto de un gallo. Creyendo que se encontraba cerca de alguna casa, se acercó para ver y se encontró con un palenque muy grande. Entró en el palenque y se halló en la presencia de un hombre de fornida apariencia. "Heme aquí, ¿quién eres tú?" dijo el indio. Y el otro contestó: "¿A qué has venido?" Entonces el indio cazador le contó cómo había apuntado a un tapir y cómo lo había perdido. En respuesta el hombre del palenque le habló en estos términos: "¿Por qué haces un juego de cacería? Cuando dispares hazlo para matar, de manera que la pobre bestia no caiga herida para ser comida por los gusanos". "Sin embargo, veo que estás cansado; pasa y siéntate". Le trajo la chicha y le dio de comer carne del tapir al que el cazador había disparado sin alcanzarlo, pero que el dueño de la casa había matado. Y después que hubo descansado, bebido y comido, el cazador dijo que ya había hecho una visita bastante larga. El anfitrión le contestó: "Toma este pedazo de la caña y plántalo en tu casa, y cuando la caña crezca hasta su tamaño natural otra vez, entonces, pero no antes de eso, podrás hablar otra vez". Cuando el cazador volvió a su casa, no pudo decir una palabra y entonces sembró la caña; y ésta creció, y cuando hubo alcanzado su tamaño normal, el cazador pudo hablar otra vez y contó a todos lo que le había pasado. El hombre a quien había visitado era el rey de los tapires y por eso le había tratado así.